28.3.13

Cincuenta años mirando al cielo


Hace un par de meses se estrenó en nuestro país la película Hitchcock, que aprovechando la excusa de un biopic sobre el director británico, el maestro del suspense, centraba gran parte de su trama en el rodaje de uno de sus grandes éxitos, Psicosis. Pero no es la única cinta que sobre el autor hemos podido ver este año, ya que además nos ha llegado The girl, una TV-movie realizada por las poderosas HBO y BBC en las que se nos cuenta la relación entre el director y la actriz Tippi Hedren, sobre todo durante el rodaje de la gran obra que es Los pájaros, y en la que el realizador no sale precisamente bien parado.



Basada en una breve novela de Daphne du Maurier, Los pájaros fue uno de los mayores éxitos de la carrera de Alfred Hitchcock. La película, supuso el descubrimiento de Nathalie Hedren, actriz y modelo americana de ascendencia sueca a la que llamaban Tippi (diminutivo de 'tupsa', que en sueco significa 'cariño'), y a la que el realizador descubrió en un anuncio de refrescos en televisión. Por aquel entonces, andaba a la búsqueda de nueva musa, ya que acababa de 'perder' a su musa Grace Kelly, que había dejado el cine para convertirse en Princesa de Mónaco, y buscaba a una nueva rubia que protagonizara sus películas. En la primera cita, según cuenta la propia Hedren, hablaron de todo menos de películas, pero sirvió para que Hitchcok y su mujer, Alma, mano derecha del realizador, confirmaran que era a ella a quien estaba buscando.













La relación entre el director y la actriz ha hecho correr ríos de tinta, ya que su eterna obsesión con las actrices rubias llegó aquí a cotas extremas, tanto que los rumores sobre peticiones sexuales y un supuesto ataque hacia Hedren, a la que (dicen) torturó durante el rodaje en su afán de que los planos de los ataques de las aves quedasen perfectos. La actriz, después de rodar dos películas con Hitchcock, no ha vuelto a tener un papel importante en el cine, según cuentan porque el realizador arruinó su carrera al negarse ella a sus insinuaciones.
Pero vayamos a lo que nos interesa, a la película. Melanie Daniels (Tippi Hedren) es la hija de un magnate de la prensa de San Francisco. Es una chica consentida y está acostumbrada a tener todo lo que quiere. Un día, en una tienda de animales, conoce al abogado Mitch Brenner (Rod Taylor) por el que se siente atraída al instante. Tras conseguir la dirección de Mitch gracias a sus contactos en el periódico de su padre, y con la excusa de regalarle una pareja de agapornis a su hermana pequeña, Melanie se traslada a Bodega Bay para darle una sorpresa. Al llegar, decide que, en vez de usar la carretera que bordea toda la costa, se acercará a su casa con un pequeño bote, para que la llegada sea más inesperada. Poco después, una gaviota la ataca y la hiere. No será más que el comienzo de una rebelión de las aves, que comenzarán a reunirse en enormes grupos y atacar a la población.

Pero, ¿por qué atacan los pájaros? Lo verdaderamente inquietante de la cinta es que Hitchcock no da ninguna explicación. No hay ningún motivo, evidente o no. No hay mayor miedo que el miedo a lo desconocido, a lo que no se puede explicar. Y Hitchcock logró crear la angustia, el desasosiego en el espectador porque las aves atacaban sin razón. En un principio, los habitantes del pueblo culpan a Melanie, la visitante, la extraña, ya que los ataques comenzaron con su llegada, ergo ella es la propulsora de todas las desdichas del pequeño y tranquilo pueblo, la que ha traído el mal a Bodega Bay. Y durante mucho tiempo, incluso nosotros, simples espectadores podemos creer que, de algún extraño y desconocido modo, en realidad es así. Pero cuando Mitch enciende la radio del coche antes de la huida final, descubrimos a través de las noticias que los ataques también están ocurriendo en otros lugares.
Hitchcock consiguió que el público sintiera verdadero pavor de muy diversos modos: por ejemplo, no hay ni una sola nota de banda sonora a lo largo del filme, y las escenas cumbre únicamente están acompañadas de los graznidos de los cuervos y los chíos de las gaviotas, que están coordinadas-dirigidas por el gran Bernard Herrmann (autor de casi todas las bandas sonoras de las cintas del realizador británico); también por el hecho de que sean animales comunes y corrientes los que ataquen, en lugar de especies extrañas, que estén fuera de su habitat habitual, lo que hubiera podido tener alguna lógica; por no dar explicaciones, por que realmente no las hay; porque subvertía los papeles, encerrando a los humanos en sus 'jaulas', mientras los pájaros permanecen en libertad, en el exterior; y, sobre todo, porque la película termina y no aparece el consabido “The end”, dando la sensación de que no ha terminado, y puede que a la salida de la sala, la historia continúe.
Los pájaros, una de las mejores obras de uno de los mayores genios del cine, cumple hoy, 28 de marzo, 50 años desde su estreno.

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